El ladrido de un perro, el sonido del motor de un coche aparcando, los pasos de la vecina de arriba que ya llevaba los tacones puestos... Alicia abrió los ojos con brusquedad, su intento de meditación frustrado por los sonidos que la rodeaban la traían sin cuidado, en su barriga había un nudo tan fuertemente atado que le daban hasta arcadas, los nervios no eran en vano, estaba casi segura de que su novio, Juan, con el que llevaba ya dos años y medio le pediría que se casara con él esa noche, era San Valentín, ¿que mejor momento que el día en el que se festejaba el amor?.
De un salto se levantó del suelo y corriendo se metió en el baño, abrió el grifo de agua caliente y mientras se llenaba la bañera se miró al espejo, sus ojos verdes sobresalían más que nunca en su cara, parecían iluminados, la felicidad le recorría todo el cuerpo, lentamente se fue quitando la ropa, primero la blusa blanca dejando al descubierto un turso con curvas, delgada y atlética además de un sujetador de encaje morado, lo desabrochó con cuidado dejándolo resbalar por sus brazos, lentamente se quitó los calcetines y los pantalones, se acercó a la bañera y cerro el agua y justo antes de entrar en ella se deshizo de sus braguitas y el coletero que recogía su cabello largo desde lo mas alto de su cabeza, una vez en el agua puso música y apagó la fuerte luz principal del baño dejando solo una pequeñita que daba a la estancia un tono cálido y acojedor.
Su piel empezaba a arrugarse cuando se decidió a salir de la bañera, al ponerse en pie el agua recoría todo su cuerpo desde su pelo empapado, las gotas brillaban con la luz hasta ser paradas por la toalla, salió con cuidado de la bañera dejando gotitas a sus espaldas con cada paso, cogió una toañña más pequeña para recogerse el pelo, mientras lo hacía recordó como su madre salía todos los días con la toalla puesta de ese modo al ducharse, su madre, su querida madre.
Fue dando saltitos hacia su vestidor, de un cajón sacó unas bonitas braquitas y del siguiente un atrevido sujetar con muchas transparencias, se los puso mientras mirabas sus zapatos, si, era la típica chica que se vestía pensando en los zapatos que se iba a poner, tenía cerca de cincuenta pares y para esa noche tenía que usar los adecuados, escogió unos con medio tacón fino, azul marino con acabados brillantes, unos zapato perfectos, cómodos a la par que elegantes, los dejó junto a su cama y volvió al vestidor para elegir vestido, sacó tres, los puso sobre la cama y se dispuso a probarse el primero; negro, palabra de honor, suelto justo por debajo del pecho y hasta la rodilla, la tela suave y liviana acariciaba su cuerpo, el tul con toques brillantes hacía del vestido, a su parecer, no demasiado adecuado, más de fiesta que para una cena romántica con su novio, se lo quitó y cogió el siguiente; gris, ablusado, le llegaba un poco por encima de la rodilla, no valía, no era suficientemente elegante, cogío el tercero y deseó que ese fuera el adecuado; un vestido azul, un poco más oscuro que los zapatos, escote en forma de pico, muy favorecedor, ajustado hasta la cintura con una causa suave y un largo asimétrico apenas perceptible, se puso los zapatos para comprobar que todo cuadraba, era perfecto.
Volvió al aseo, recogió la ropa que había dejado allí tirada, tras eso abrió su cajón de maquillaje sacó dos bases, una caja de sombra de ojos, tres coloretes distintos, otros tantos artilugios y se dispuso a pintarse, justo antes de que el maquillaje cayera en sus dedos empezó a sonar su móvil, tenía que ser Juan, a ver cuanto tiempo le quedaba para llegar, fue a por él con diligencia, lo descolgó y tras apenas cinco palabras volvió a colgar, media hora, tiempo más que suficiente para ponerse un poco más guapa.
Volvió a ponerse frente al espejo, con maña extendió el maquillaje por su cara, puso una nota de color en sus mejillas con un colorete rosa pálido, tras eso llegaba el turno de los ojos, una linea fina fruto de un lápiz de ojos azul, una sombra con tres tonos distintos de azul y un rímel negro que acentuaba sus largas pestañas. Dos minuros tardó en decidir que pintalabios usar, rojo, pero no demasiado fuerte, no quería intimidar, solo seducir.
Estaba recogiendo todo cuando sonó el timbre, corrió hacia el telefonillo y al descolgarlo dijo "Bajo en dos minutos" una voz masculina, de Juan respondió algo parecido a "Vale", ella corrió a coger una chaqueta negra larga, un bolso pequeño también negro donde metió parte del maquillaje que había utilizado así como las llaves, el monedero y el móvil; justo antes de salir por la puerta cogió unos pendientes no demasiado largos color negro y mientras se los ponía salió de la casa y bajó al portal.
Juan estaba guapo, para ella siempre estaba guapo aunque hubiera aparecido en pijama pero esa noche llevaba un jersey azul que dejaba ver una camisa blanca debajo, a ella le encantaba como le quedaban las camisas. se dieron un beso rápido y ella notó algo raro, serían los nervios, era normal, iba a pedirle que se casaran esa noche.
Llegaron a un restaurante de lijo del centro, Juan dejó las llaves al aparcacoches y entraron.
- Mesa para dos, tenemos reserva, Juan Aguilar - dijo él al señor que estaba en la entrada.
- Señor, les acompaño a su mesa - fueron los tres en silencio hasta donde el hombre les indicó - que disfruten de la comida, ahora mismo vendrá alguien a atenderles - y se marchó a su puesto.
- Estás muy guapo esta noche cariño - ella no podía aguantar los nervios - ¿cómo me has traído a este restaurante? Pensaba que iríamos a algún sitio cerca de casa - sabía que no era verdad pero quería hacerse la sorprendida.
- Bueno, una noche es una noche ¿no? - la cara y los gestos de él, al igual que su voz mosqueaban a Alicia pero esa noche todo lo atribuía a los nervios de ambos.
Un camarero con apariencia de pingüino les tomó nota, durante la cena la charla fue vana, sin mucho contenido, ya en el postre ella no podía resistirlo y se decidió a preguntar.
- Bueno, ¿hay algún otro motivo por el que me hayas traído aquí esta noche?
- Si, en realidad si - él parecía sorprendido por su pregunta pero se recompuso rápido y mirándola a los ojos continuó - Alicia... quiero que acabemos esta relación.
- ¿Qué? ¿A que te refieres? - ella estaba en sock, ¿se refería a acabar como novios y caarse? se temía que no.
- Hace tiempo que no siento lo mismo por ti, no quiero hacerte daño y creo que lo mejor será dejarlo ahora, es tontería alargar algo que no va a ningún lado - ella comenzó a llorar mientras él decía esto - no llores, estoy seguro de que encontrarás pronto a alguien mucho mejor que yo, alguien que te haga realmente feliz.
Él se levantó de la mesa y se arrodilló ante ella abrazándola mientras ella temblaba por el llanto, le dio un beso en la mejilla y le susurró si quería que la llevara a casa a lo que entre lágrima y lágrima ella respondió que no, que se fuera de una vez de allí.
Una vez sola y más calmada consiguió levantarse de la mesa, recogió sus cosas y preguntó al metre si era posible que la viniera un taxi a buscarla, él la miró con pena y llamó a dicho taxi, una veez llegó se tiró dentro, el taxista intentó alegrarle un poco la noche en vano, acababan de dejarla cuando pensaba que iban a pedirle matrimonio.
Al entrar en casase tiró en la cama y hundió su cara en la almohada, sin tan siquiera desvestirse empezó a llorar hasta quedarse dormida.
Espero que paséis un buen San Valentía a quien tenga pareja, no es una "fiesta" que me agrade pero siempre son bonitos los gestos de cariño.
Sed muy felices y que no os pase nada parecido a la pobre Alicia.
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