jueves, 27 de agosto de 2015

Picadilli Line- Londres, un viaje en metro.

Una chaqueta de fieltro se mueve al son del vagón de metro, mientras, el resto de pasajeros luchan por una brizna de aire fresco, a esta hora la línea azul, la Picadilli siempre va llena, ahora salimos a la superficie, ya estamos en Baron Court, la verdad es que no tengo ni idea de lo que hay tras esta parada, igual una fila de barones todos puestos para saludarte cuando salgas, tal vez tan solo una fría calle….

Lo cierto es que aún no estamos en el peak up time (la hora que el metro es imposible y por cierto bastante más caro) visto como va el tren ahora mismo me temo que esta tarde va a ser dura.
Fieltro se ha movido, ¿por qué hay un niño sentado en el suelo con las piernas extendidas con lo lleno que está esto? Quizás esta mareado, apenas queda espacio para moverse ni aire que respirar, desde mi posición es imposible mirar por la ventana pero puedo imaginarlo perfectamente, cada día los mismos edificios, los mismos árboles, las mismas paradas y sin embargo siempre diferente, me gusta imaginar cómo son las personas que viven allí, como será su vida, su casa…
El señor que se encuentra a mi lado lleva un pesado maletín, lo se porque lo he tenido que parar con el codo salvándolo de una terrible caída, se siente mal por ello pero la realidad es que da igual, parece un señor simpático y con calor claro, se le nota el brillo del sudor en la frente, pero como no va a tener calor el pobre señor con la chaqueta del traje puesta todo el rato… creo que estos señores deberían quitarse las chaquetas al entrar, suben el calor del ambiente que ya de por si no es poco.
Estamos llegando a Acton Town, el paisaje por aquí es desolado, al menos mal que en el resto de la línea, espero que se bajen muchos porque me estoy agobiando, no es un esperanza vana, normalmente suele haber mucho movimiento en esta parada ya que es un intercambiador entre las dos zonas de la línea y la verde, una de esas que se ramifica cual árbol de Navidad para llegar a todo el sureste de Londres; nada más lejos de la realidad esta esperanza mía, ahora vamos más apretujados si cabe, al menos solo quedan dos paradas, creo que sobreviviremos. El niño que estaba sentado se ha tenido que levantar, ya era hora, yo aquí como una sardina más de la lata y él ahí, tan pancho.
Fieltro sigue aquí, me da calor de verlo.
Maletín me ha preguntado que escribo, que si será un libro, la verdad es que no se de donde se ha sacado eso aunque supongo que no es muy usual ver a una muchacha escribiendo en el metro estando de pié, bueno, será que me gusta ser diferente, o que la inspiración me ha llegado en el momento menos oportuno.

Frenada, maletín casi se cae un mi acto reflejo ha sido “agarrarle” del brazo, muy útil, si señora, se ha reído, como no iba a reírse, si se hubiera tenido que caer se  iba a caer igual a pesar de mi vago esfuerzo, su brazo era más grande que mi mano pero oye, yo lo he intentado, si se cae al menos me hubiera sentido un poco mejor, al menos que lo había intentado con todas mis fuerzas, intercambiados dos o tres frases y e silencio típico del metro se vuelve a instaurar, me gusta esta tranquilidad, esta no necesidad de decir cosas, es cómodo,  al menos no te hace sentir un bicho raro cuando vas solo porque aquí es lo más normal.

Hablando de ir solos, creo que luna de las cosas que más me agrada de este país es que no importa si apareces solo en un restaurante o si vas solo a un museo o a tomar un café, la gente no te mira ni piensan nada raro de ti, me gusta, deberíamos aprender a hacer lo mismo en España.

Ya llegamos, maletín ha cogido su maletín así que me temo que nos vamos a bajar en la misma parada, me parece bien, es agradable. Paramos, estampida, parece que la mitad del tren se ha bajado en Northfields, juraría que no vive tanta gente en este barrio, bueno, aquí lo dejo que tengo que subir las escaleras sin ser aplastada ni caer. Feliz viaje.