viernes, 20 de diciembre de 2013

Piezas

El olor del alcohol sobresalía entre tantos otros, la puerta del minibar estaba abierta y dentro ya no quedaba nada, al menos nada lleno, el joven que se hospedaba en esa habitación estaba tirado sobre la cama, aparentemente demasiado borracho para siquiera poder levantarse, a su alrededor, entre las sábanas y en el suelo había varias fotos y algunos papeles además de un sobre y una pistola sobre la mesilla de noche, habían pasado tres días desde el encuentro y el chico apenas había comido ni dormido, se había dedicado a beber tras leer sus "instrucciones"

Varias horas más tarde y con un dolor de cabeza infernal por la resaca el hombre consiguió adecentar su aspecto lo suficiente para ir a buscar más alcohol y algo que comer, nada más salir de la habitación una chica con cara asustada le asaltó "Tome" otro maldito sobre "Tiene que darse prisa" no había acabado de decir la frase cuando salió corriendo por el pasillo, él bajó al bar pero esta vez en lugar de una copa pidió un café que fue seguido por otros tres, empezaba a ver con claridad de nuevo así que se decidió a abrir el sobre, dentro como imaginaba había vario documentos y fotos pero había dos diferencias, una pequeña hoja que se le calló al suelo cuando sacó que rezaba "4 días" y un mapa de otra ciudad, la suya, donde se podía ver no solo las calles, también los túneles del metro y otras cosas bajo la ciudad, con un punto rojo estaba marcada la biblioteca en la que trabajaba y con uno azul su casa, bonita amenaza.

Las fotos eran de dos puentes, las anteriores del aeropuerto y la estación de tren, entre los documentos esta vez si había instrucciones precisas, fechas, horas y lugares que junto con las indicaciones escritas en los papeles que había recogido tres noches atrás hicieron que todas las piezas de su puzle encajaran, y eso era él, solo una pieza, nadie importante, alguien elegido al azar que tenía mucho que perder si no cumplía lo que en esos papeles ponía, tendría un domingo atareado según el horario.

jueves, 19 de diciembre de 2013

El encuentro

Las luces tenues de las farolas apenas servían para no chocar contra ellas, la brisa nocturna levantaba las hojas caídas por el otoño lanzándolas a la cara del joven que con paso acelerado recorría la calle, apenas aminoró un poco el paso para quitarse el guante izquierdo y mirar el reloj: las doce y diez, diez minutos tarde, se paró delante de una puerta metálica y tanteó en su bolsillo derecho hasta encontrar un trozo de papel con tres números escritos, los marcó en el teclado y con un "clic" se abrió la puerta; vaciló unos segundos antes de entrar y solo después de palpar su pistola en su cintura se decidió a hacerlo.

El pasillo iluminado con una luz fuerte, como de hospital contrastaba con la oscuridad de la calle, le costó unos segundos acostumbrarse a ella y cuando consiguió ver con nitidez se decidió a adentrarse en el edificio, avanzó unos metros hasta encontrar una puerta entre abierta, un "Entra" salió de la estancia, era una voz demasiado aguda para ser de un hombre, no sabía que esperar allí dentro, intentó vislumbrar algo entre las sombras solo rotas por la luz de una lámpara en una mesa, su intento fue en vano ya que solo pudo ver una silla dada la vuelta donde previsiblemente se encontraba la mujer que acababa de invitarle a pasar, hizo caso a la voz y se acercó a la mesa.

"Ahí esta todo" era la segunda vez que escuchaba la voz y le resultó extrañamente familiar, pero no recordaba donde la había oído antes, con ese pensamiento se distrajo unos segundos hasta que las palabras de la mujer calaron en su mente, ahí estaba, ¿donde? y mejor aún ¿el que? no parecía muy difícil, sobre la mesa solo había un sobre, fue a cogerlo y un instante antes de tocarlo ella volvió a hablar "Dos semanas, ahora vete" No parecía muy por la labor de seguir hablando así que cogió el sobre y salió de la habitación sin poder quitarse de la cabeza esa voz.

El sobre pesaba pero no debía abrirlo allí, tendría que llegar al hotel para ver que contenía, otra cuestión le atormentaba ¿dos semanas? ¿dos semanas para qué? no tenía nada claro que había ocurrido en ese edificio, él solo había recibido una citación para ese lugar y esa hota, ¿qué querrían de un simple bibliotecario?

sábado, 14 de diciembre de 2013

Odio y rencor

Supongo que hay quien si lee esto se lo atribuirá, pensará que es una gran indirecta hacia su persona y no hay ni más verdad ni mentira en es, si te ves reflejado en estas palabras quizás sea por algo, o quizás simplemente que no te puedes imaginar que yo escriba algo sin referirme a ti... Pero no malinterpretéis, es genérico y aunque tengo ejemplos para rellenar todas estas letras no va por nadie en especial.

A veces me odio a mi misma por lo que pienso de otras personas, no es que piense en matarlas o en que ojalá les pasara algo malo, simplemente cuando de pronto empiezo a odiar a alguien, no es un odio de no poder ver, es un odio que surge a partir de querer a alguien, cuando ves como esa persona se comporta en ciertas ocasiones o bien como te trata a ti o a la gente cercana a ti, cuando te das cuenta de que lo mejor que siente es indiferencia, pero no solo por ti si no por todos los seres que le rodean, tengo ejemplos de esto, claro que los tengo, pero ni es el momento ni el lugar de airear la ropa de nadie.

Este tipo de circunstancias me hacen sentir realmente mal porque quiero acordarme solo de las cosas buenas que he vivido con ese alguien que casi siempre son mucho más numerosas que las malas, pero esas últimas lo nublan todo, supongo que el tiempo lo curará pero no lo se, hay con una persona que si que prevaleció lo bueno, nos tocó llorar un poco y pasarlo mal pero al final el cariño que sentíamos fue mayor que el rencor, que los insultos... hay a otra que sé que nunca podré perdonar, los males que te causan a ti siempre son más fáciles de superar que los que causan a las personas que quieres pero si se juntan ambos no se si es posible; también tenemos el caso en el que de verdad no se sabe si algún día serás capaz de solo ver las cosas buenas, de no sentir algo de rabia, de no recordar el día en que dijo esas horribles palabras, porque ahora mismo no importa lo bueno que pudo haber, es más esas cosas buenas solo hacen que te sientas peor, porque no odias a esa persona, realmente la quieres y por eso te duele, y duele aún más cuando ves indiferencia en sus ojos, cuando te das cuenta de que a pesar de que ambos tuvisteis el problema solo tu lo has pasado mal.

La amistad, la familia, las relaciones sentimentales son horrorosamente complicadas, hay problemas por todos lados y cuando la niebla del rencor te nubla la mirada solo puedes querer olvidarlo.