domingo, 31 de enero de 2016

No es adiós, es hasta luego

Hace unos días fallecía mi tío, bueno, no es, perdón, era, mi tío sino mi tío abuelo y si aún cabe decir más, político, pero  para mi fue como mi abuelo o mi tío, para mi ha sido esa persona que siempre, siempre que lo necesitaba estaba ahí, esa persona que te escuchaba, con la que podías tener cualquier tipo de conversación, esa persona de la que siempre aprendías algo y que siempre parecía estar interesado en tu opinión.

Su muerte no fue repentina, durante semanas las familia y amigos pasamos por su habitación en el hospital para despedirnos de él, y te recibía con una sonrisa, su eterna sonrisa, con tranquilidad aun sabiendo que su final estaba muy cerca, yo me di cuenta de que esto de verdad estaba ocurriendo el día que aunque vi en sus ojos la alegría de verme no escuché salir de sus labios ese "chiquitina" que siempre me saludaba, esa sola palabra que igual se queda un poco pequeña para una muchacha de 22 años pero que me hubiera gustado seguir escuchando hasta los 50.

Solo puedo dar las gracias por haber conocido a esta persona tan especial, esta persona que tanto tanto me ha enseñado de la vida incluso en esos últimos días, de como la muerte se puede afrontar con serenidad, sin una sola queja, esa persona de la que siempre he recibido una sonrisa, un abrazo, mas cariño del que podía pedir y más ayuda de la que podía esperar, esa persona de la que jamás he recibido un juicio solo algún consejo que él pudiera considerar beneficios, esa persona que todos los que lo hemos conocido y hemos gozado de su compañía y su genialidad, ya fuera como médico, como tío, como abuelo, como maestro en coches o en ordenadores, o simplemente como la mejor oreja que podías encontrar en cien kilómetros a la redonda, vamos a echar de menos.

Descansa en paz, siempre siempre vas a estar conmigo porque las personas que te marcan nunca se olvidan.

Hasta luego