Una chaqueta de fieltro se mueve al son del vagón de metro,
mientras, el resto de pasajeros luchan por una brizna de aire fresco, a esta
hora la línea azul, la Picadilli siempre va llena, ahora salimos a la
superficie, ya estamos en Baron Court, la verdad es que no tengo ni idea de lo
que hay tras esta parada, igual una fila de barones todos puestos para
saludarte cuando salgas, tal vez tan solo una fría calle….
Lo cierto es que aún no estamos en el peak up time (la hora
que el metro es imposible y por cierto bastante más caro) visto como va el tren
ahora mismo me temo que esta tarde va a ser dura.
Fieltro se ha movido, ¿por qué hay un niño sentado en el
suelo con las piernas extendidas con lo lleno que está esto? Quizás esta
mareado, apenas queda espacio para moverse ni aire que respirar, desde mi
posición es imposible mirar por la ventana pero puedo imaginarlo perfectamente,
cada día los mismos edificios, los mismos árboles, las mismas paradas y sin
embargo siempre diferente, me gusta imaginar cómo son las personas que viven
allí, como será su vida, su casa…
El señor que se encuentra a mi lado lleva un pesado maletín,
lo se porque lo he tenido que parar con el codo salvándolo de una terrible caída,
se siente mal por ello pero la realidad es que da igual, parece un señor
simpático y con calor claro, se le nota el brillo del sudor en la frente, pero
como no va a tener calor el pobre señor con la chaqueta del traje puesta todo
el rato… creo que estos señores deberían quitarse las chaquetas al entrar,
suben el calor del ambiente que ya de por si no es poco.
Estamos llegando a Acton Town, el paisaje por aquí es
desolado, al menos mal que en el resto de la línea, espero que se bajen muchos
porque me estoy agobiando, no es un esperanza vana, normalmente suele haber
mucho movimiento en esta parada ya que es un intercambiador entre las dos zonas
de la línea y la verde, una de esas que se ramifica cual árbol de Navidad para
llegar a todo el sureste de Londres; nada más lejos de la realidad esta
esperanza mía, ahora vamos más apretujados si cabe, al menos solo quedan dos
paradas, creo que sobreviviremos. El niño que estaba sentado se ha tenido que
levantar, ya era hora, yo aquí como una sardina más de la lata y él ahí, tan
pancho.
Fieltro sigue aquí, me da calor de verlo.
Maletín me ha preguntado que escribo, que si será un libro,
la verdad es que no se de donde se ha sacado eso aunque supongo que no es muy
usual ver a una muchacha escribiendo en el metro estando de pié, bueno, será
que me gusta ser diferente, o que la inspiración me ha llegado en el momento
menos oportuno.
Frenada, maletín casi se cae un mi acto reflejo ha sido “agarrarle”
del brazo, muy útil, si señora, se ha reído, como no iba a reírse, si se
hubiera tenido que caer se iba a caer
igual a pesar de mi vago esfuerzo, su brazo era más grande que mi mano pero
oye, yo lo he intentado, si se cae al menos me hubiera sentido un poco mejor,
al menos que lo había intentado con todas mis fuerzas, intercambiados dos o
tres frases y e silencio típico del metro se vuelve a instaurar, me gusta esta
tranquilidad, esta no necesidad de decir cosas, es cómodo, al menos no te hace sentir un bicho raro
cuando vas solo porque aquí es lo más normal.
Hablando de ir solos, creo que luna de las cosas que más me
agrada de este país es que no importa si apareces solo en un restaurante o si
vas solo a un museo o a tomar un café, la gente no te mira ni piensan nada raro
de ti, me gusta, deberíamos aprender a hacer lo mismo en España.
Ya llegamos, maletín ha cogido su maletín así que me temo
que nos vamos a bajar en la misma parada, me parece bien, es agradable.
Paramos, estampida, parece que la mitad del tren se ha bajado en Northfields,
juraría que no vive tanta gente en este barrio, bueno, aquí lo dejo que tengo
que subir las escaleras sin ser aplastada ni caer. Feliz viaje.
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