lunes, 6 de mayo de 2013

Cosas

No, nunca cambiaría ni el idiota de su marido ni el estúpido de su padre, hace años apenas se hablaban para decirse adiós cuando por fin cada uno podía volver a su rutina y perderse de vista hasta que su madre organizaba una nueva reunión familiar, en las que encima tenía que soportar a su hermano, el supertriunfador de la familia, que si, que tenía una mejor casa, que si, que en su cuenta del banco no se podían leer todos los números sin quedarse sin aliento y a ella apenas le llegaba para todos los gastos, entre el colegio de los niños, la casa, comer todos los días... Una verdadera pesadilla, pero encima últimamente su padre y él, su marido el que debería apoyarla, o algo habían decidido compincharse para volverla loca del todo, todo empezó cuando a ella se le ocurrió la genial idea de que fueran los dos a ver un partido, en que momento se le había ocurrido semejante idea... esa cuestión le rondaba la cabeza desde entonces, su padre estaba metido en casa con calzador, y su madre feliz, como iba a estar, libre por fin para hacer lo que quisiera, al menos hasta que ella se desesperara del todo y acabara en un manicomio, pensaba hacerlo pronto para que su madre, su hermano o las hermanitas de la caridad se hicieran cargo de esa familia de locos. Llevaba sonando el telefono como dos horas y el timbre más o menos lo mismo, si se había quedado alguien sin llaves que esperaran a que llegara el siguiente, para un rato de "paz" que había encontrado, y la puñetera mancha sin salir, a saber que producto usaría la próxima vez porque eso no podía quedar así, perdería batañlas con sus hijos o con su padre pero con las manchas no podía ser, si ocurría eso si que le iban a tener que meter en un manicomio pero de cabeza.

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