El pasado verano me fui con mi madre a recorrer el sur de Alemania en coche, íbamos a la aventura absoluta sin tener muy claro ni lo que íbamos a ver ni tan siquiera el tiempo que nos haría, es más ni siquiera teníamos contratadas todos los hoteles.
Volamos hasta el aeropuerto de Baden-Baden, en mi vida había visto un aeropuerto tan... ¿rudimentario? quince minutos andando desde donde nos había dejado el avión casi teniendo que atravesar el campo, una vez llegamos a la terminal nos dieron el coche que teníamos alquilado, un Audi A3, en nuestra vida habíamos usado el GPs de un Audi así que os podéis imaginar la que formamos para cambiar el idioma, movilizamos a medio aeropuerto, pero bueno, eso solo es una anécdota graciosa, conseguimos salir del aeropuerto y nuestra primera parada era Estrasburgo, ¿por qué Estrasburgo? pues porque era una ciudad cercana y con interés turístico.
Una ciudad encantadora para pasear y muy curiosa, los carteles aparecen en alemán y en francés, nosotras teníamos la teoría de que era por si franceses y alemanes se volvían a pelear por estos territorios no tener que cambiarlo todo otra vez, por otro lado la gente me desencantó bastante, al final opté por preguntar a una señorita de compañía para que nos indicara donde podíamos aparcar ya que el resto de los francesitos y francesitas decidieron ignorarme.
A la mañana siguiente temprano dejamos el hotel y pusimos rumbo a Friburgo, ya en Alemania, una ciudad pequeña, encantadora, también con un paseo delicioso y una catedral en la cual puedes subir a la torre y ver toda la ciudad desde lo alto, las escaleras parecen nunca acabar pero una vez arriba merece la pena. Allí nos encontramos a una española afincada allí que nos indicó donde estaba la oficina de turismo (el francés lo hablaba yo, el alemán no entra entre nuestras capacidades y no todo el mundo habla inglés en esa parte de Alemania) tomamos un te en una cafetería muy
mona en la plaza de la catedral donde había un mercado con varios puestos de salchichas, por supuesto comimos eso, para ir metiéndonos en el ambiente, al otro lado de la plaza había una cervecería, allí nos sentamos para degustar nuestra primera cerveza en tierras germanas, el camarero, de ascendencia sudamericana me enseño a pedir la cuenta en alemán, con eso y con lo que traía yo de casa... ¡Arreglado!
Pero el día no acabó allí, volvimos al coche y nos fuimos a orillas del lago Titisee, dejamos las cosas en el hotel y nos fuimos a la playa, alquilamos un barquito a pedales y nos recorrimos el lago entero, después paseamos por el bosque, por la selva negra, árboles altos, mucha vegetación, bastante humedad y al caer la noche un frío bastante importante.
A la mañana siguiente nos fuimos a otro lago, esta vez al Costanza, a Lindau, un publo grande o ciudad pequeña a orillas del lago donde además de miles de escaleras inevitables había un balneario, muy barato en el que tras subir y bajar cientos de miles de escalones pasamos la tarde relajándonos antes de ir al hotel donde, por supuesto, no había ascensor, en ese lugar no creo que hubiera ascensor en ningún lado, aún me duele el alma al recordar tantos escalones juntos, fue quizás el día que menos hicimos (sin contar deporte) pero nos hizo un día maravilloso para pasar tomando el sol en un lago que baña Alemania, Austria y Suiza, muy internacionales nosotras. Existe la posibilidad de coger un ferri que te lleva a otras partes del lago, si hubiéramos pasado allí algo más de tiempo lo hubiéramos hecho pero para las pocas hora que ibamos a estar nos relajamos en agua calentita.
La mañana siguiente se levantó nublado, nos subimos al coche y pusimos rumbo a los castillos de Hohenschwangau y Neuschwanstein, el primero del padre de Luis II de Baviera y el segundo de dicho rey, también conocido como el rey loco, en muchos sitios habíamos leido que no merecía la pena pero nos encaprichamos y fuimos, un acierto absoluto, nos llovió muchísimo y entre el frío y las cuestas acabamos absolutamente destrozadas pero los castillos son impresionantes y merecen la pena muchísimo.
Hohenschwangau fue construido por Maximiliano II de Baviera, padre de Luis II, se encuentra en el lugar de una fortaleza medieval, la construcción del castillo empezó en 1832 y finalizó en 1837, en el se pueden ver "imitaciones" a algunos lugares conocidos como el patio de los leones de la Alhambra, en el interior del castillo se conserva gran parte del mobiliario originar especialmente de las habitaciones; los jandines son muy cuidados aparte de un entorno envidiable entre montañas y verde vegetación, desde este castillo se puede ver el de Neuschwanstein, la obsesión del rey Luis.
Neuschwanstein fue construido por orden de Luis II de Baviera, la construcción de dicho castillo casi arruinó a la población y tampoco es de extrañar teniendo en cuenta que el rey creía vivir la edad media, más bien, deseaba vivir en la edad media por lo que se recluyó en su grandioso castillo, sobrecargado por la decoración (el castillo nunca se terminó pero todo el mobiliario original se conserva) como por ejemplo la de su habitación que entre la oscuridad y la cantidad de adornos más parecía una iglesia que una habitación. Este castillo parece de cuento de hadas y no anda muy desencaminado ya que el castillo de Disney está basado en él.
Visitar estos dos monumentos merece la pena, solo el paisaje es increíble y si a ello le sumamos los castillos es una visita obligada. Si tienen alguna tarjeta de descuento tipo el carnet joven o cualquier otra cosa llevenlo, no es especialmente caro pero con esto es bastante más asequible.
Esa noche la pasamos en un pueblecito de los Alpes donde pasamos esa y la noche siguiente ya que a la mañana siguiente nos decidimos a hacer un poco de deporte y subimos a la cima de una de las montañas, cansado, muy cansado, pero mereció mucho la pena, desde arriba parecías el rey del mundo, el viento helado en la cara y yo allí, más alta que todo lo que me rodeaba, despues fuimos a la estación de esqui cercana, andando, claro, comimos allí y en lugar de bajar andando nos decidimos por una especie de montaña rusa que se extendía a lo largo de la montaña, según el folleto alcanzaba los 300km/h, yo no estoy del todo convencida de ello.
Al día siguiente de nuevo al coche y camino Munich con parada en Dachau para visitar el campo de concentración que allí se encuentra, que por cierto fue el primero que se abrió, la visita realmente interesante e instructiva.
Esa misma tarde en Munich empezamos nuestro recorrido por la ciudad, podría decir miles de cosas sobre ella y me quedaría corta, tiene historia entre sus muros, bien sea de lo reyes de Baviera o del tercer Reich, además tiene uno de los parques urbanos más grandes del mundo donde llegamos a ver a gente haciendo surf. Pasamos allí ya hasta el final de nuestro viaje, sobretodo paseando.
Mi viaje fue genial, no he puesto muchos detalles de lugares ni fecha ni precios, ni absolutamente nada, si alguien quiere algo más de información estaré encantada de proporcionársela. Si algún día podéis visitad el sur de Alemania, todos conocemos Munich, Berlin... pero hay tantos lugares preciosos totalmente desconocidos... Sin dudarlo yo volvería, no iría a los mismos sitios, por conocer otros nuevos pero es un sitio genial para pasar una semana, hacer excursiones, y sobretodo pasarlo bien y beber mucha cerveza.
Vaya viajecito te pegaste jaja! :D
ResponderEliminarPues yo de Alemania solo he estado en Munich, que me encantó también ^^ Es como una ciudad pequeña, quiero decir... tiene las ventajas de ser ciudad, de tiendas, movimiento, etc. pero sin ser el agobio y bullicio y todo eso de las grandes ciudades. El English Garten (o como se escriba jaja) es precioso. Lo del surf yo no lo vi(?) Pero ya tenía que molar xD Y tanto la bratwurst rot como la weiss de especies deliciosas *.*
Besoos!
A mi no me pareció una ciudad pequeña, será porque venia de ciudades MUCHO más pequeñas... Pues en el parque, en el rio justo al lado de uno de los puentes se formaba como una ola y la gente hacía surf allí, era curiosísimo y yo pensaba que se iban a abrir la cabeza, creo que he subido una foto al Facebook. La comida y la bebida en Alemania es absolutamente genial (para una semana, a partir del mes creo que sería cinco o seis veces yo). Besos guapa.
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